Hablemos de lo que ocurre cuando regresas al lugar que guarda tus raíces.
El icónico perfil de la sierra que acoge al Valle de Mena lleva por milenios siendo testigo del impermutable paso del tiempo. A sus faldas guarda un pueblo que se amarra y lucha por perdurar, y un pueblo nuevo que, llega ruidoso, pero que se va pronto.
El espacio y el tiempo se entrelazan en el valle en un manto que lo envuelve todo, visible sólo a ojos del que no pasaba por allí desde hace ya muchos años.
Con cada fotografía este manto se esclarece, aflora el sentimiento de pertenencia, y sientes que te reencuentras un poco más. Coges la perspectiva que te da el pasado para afrontar el futuro.
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