Este es el ferrocarril de la España vacía. Un esqueleto abandonado entre campos castellanos, a través del cual viajaremos para tratar de dilucidar  qué desapareció antes: la población o el tren que hace más de 20 años partió de tierras burgalesas para no volver jamás.
Del tren directo Madrid-Burgos sólo queda una vía y unas cuantas estaciones abandonadas, que apenas se mantienen en pie. Son el fantasma de la España que soñaba en grande, que quería conectarse con Europa, y que ahora adornan las afueras de algunos pueblos en los que, en contraste con las grandes ciudades, ya nadie quiere vivir.
A su alrededor y dentro de sus estaciones, se generan narrativas visuales que hablan de abandono y de un mundo rural al que hace años se le miraba con otros ojos. Las pocas personas que habitan en estos pueblos recuerdan con añoranza un pedazo de futuro que nos dejamos en el pasado, y me invitan a preguntarme: si vivimos en un país con despoblación, si nos venden que el tren es el progreso ¿Por qué se abandonan estas infraestructuras?
Back to Top